"Señor y Soberano de mi vida, líbrame del espíritu de indolencia,
melancolía, vanagloria y palabra inútil.
Concede a mí, tu siervo pecador, el espíritu de castidad, humildad,
paciencia y amor.
Sí, Rey mío y Dios mío! Concédeme de conocer mis faltas y no juzgar a
mis hermanos porque eres bendito por siempre” Amén
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