Sor Florida nos dice: un día fui con Sor Verónica a hacer la devoción de la
flagelación de nuestro señor, Dándonos disciplina en un lugar del noviciado.
Estábamos las dos solas y de pronto se oyó una voz que decía, estás condenada,
estás condenada y para que sepas que es verdad, mira el infierno. De pronto se
abrió el pavimento de la habitación y vimos una horrible llamarada de fuego. Yo
me quedé espantada y comencé a llorar, pero sor Verónica me abrazó y me dijo no
temas, no temas, que ahora mismo va a desaparecer. Y aunque estábamos en la
oscuridad y no que hiciera la señal de
la Cruz, todo desapareció en un instante. Y ella, sin inmutarse, continuó con
la disciplina.
A veces el demonio se presentaba bajo la figura de Jesús, de Su Madre, de
alguna hermana o de Verónica misma. Ella refiere en el diario: a veces los
demonios se presentaban con mi figura y hacían cosas nefandas entre ellos. El
demonio se me presentaba en la noche con mi figura, vestido con vanidad y con
los mismos vestidos que yo solía llevar Decía blasfemias y maldiciones contra
Dios, y eso lo decía por mí, como si las hubiese dicho yo. Y representaba todos
los placeres de que yo podía disfrutar. Me presentaba el demonio a jóvenes que
había conocido en el siglo y al mismo tiempo se presentaba con mi figura
vestida de seglar e invitaba a los jóvenes a hacer conmigo cosas abominables.
El padre Crivelli, su confesor, refiere un día estaba Verónica en su celda
y entró a visitarla el demonio bajo la figura de la madre maestra de novicias.
Le dijo que quería manifestarle algo confidencial: no debía estar tanto tiempo
hablando con el confesor, bastaba acusarse de sus culpas, sin añadir nada más,
porque el confesor le contaba después las cosas a la superiora y a otras
religiosas, lo que podía suponer un problema a la hora de admitirla a la
profesión. Ella se sintió muy desconsolada y fue al confesor a hablarle del
asunto. El confesor le mandó que fuera a ver a la madre maestra y le
manifestara el por qué le había dado ese consejo. La maestra le dijo que jamás
le había dado semejante consejo y que no había estado en su celda. Por lo cual
se pudo saber que había sido el mismo demonio. Durante el año de Noviciado, el
demonio en forma mía vestido de novicia se fue a la celda de una hermana y le
dijo todo el mal que pudo de la madre. Dicha hermana fue a ver a La Maestra y
le confesó que yo, en persona, había estado en su celda y le había dicho muchas
cosas de ella. Todo esto la disgustó mucho, quien estuvo 3 o 4 días sin que
apenas me hablara. Le rogué que me dijese lo que tenía conmigo y ella me dijo
cuánto le había referido la hermana. Afirmé no haber hablado con persona alguna
y que ni siquiera había puesto un pie en las celdas de las hermanas y que tales
cosas ni por sueños se me habían ocurrido con lo que se conoció que había sido
el demonio en mi figura.
Sor Florida recuerda algunas veces cuando Sor Verónica no comía nada,
algunas religiosas la encontraban en la cocina o en el comedor o en la
despensa, comiendo lo que allí había, incluso la vieron comer antes de recibir
la comunión. Con esto quedaba desprestigiada como mentirosa y engañadora, pero
ella estaba tranquila y sonreía. Se lo dijeron al Confesor Padre Cappelletti y
la observaron bien y resultó que ella estaba en otra parte cuando la veían
comer, concluyendo que el demonio había tomado su figura para desacreditarla
ante las demás.
Defendida por María y su Ángel, se me presentó una multitud de demonios que,
con furia infernal, quería hacer presa en mí, María Santísima me defendió y con
una orden los precipitó a todos al infierno. Después de lo cual, como madre
amorosa me dio un beso.
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