Según la tradición más común,
María Magdalena y otros amigos de Jesús fueron en barco al sur de Francia y
convirtieron toda la Provenza. Este relato sostiene que se retiró a una colina
o cueva, La Sainte-Baume, donde vivió una vida de gran penitencia durante
treinta años y luego murió.
En la persecución que se levantó
después de la muerte de san Esteban, María, Lázaro y Marta, con otros
discípulos del Señor, fueron puestos en un navío sin velas ni remos, para que
pereciesen en el mar. Mas apartando en Marsella, con el admirable ejemplo de su
vida y palabras de cielo y milagros que hacían, convirtieron aquella provincia
a la fe de Cristo, y se dice que san Lázaro fué obispo de Marsella, y la
Magdalena, se retiró a una soledad donde pasó treinta años muy consolada del
Señor, hasta que su alma bendita fue llevada al cielo por los santos ángeles.
Los restos de la santa se descubrieron 12 siglos después de su muerte. No sería hasta el 9 de septiembre de 1279, cuando el príncipe de Salerno, más tarde , Rey Carlos II de Nápoles, descubrió los restos mortales de María Magdalena de forma oficial, en Saint-Maximin-la-Sainte-Baume, Provenza y es alli donde esta su tumba.
Reflexión: Es mucho para notar (como observa san Crisóstomo) que santa Magdalena fué la primera que vino al Señor para alcanzar el perdón de sus culpas, usando de todas las cosas que le habían sido instrumento de pecado, para hacer de ellas remedios contra el pecado; porque de los ojos con que cautivaba antes las almas hizo fuentes para lavar la suya; de los cabellos hizo lienzo para limpiarla; de la boca hizo portapaz para recibir la de Cristo; y del ungüento hizo medicina para curarse. Imitemos este ejemplo, y si de los dones que hemos recibido de Dios hemos hecho instrumentos para ofenderle, usemos ahora de ellos para servirle y amarle.
Oración: Suplicámoste, Señor, que
seamos ayudados por la intercesión de la bienaventurada María Magdalena, a
cuyos ruegos resucitaste a su hermano Lázaro, de cuatro días muerto. Tú que
vives y reinas por todos los siglos de los siglos. Amén.
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