martes, julio 22, 2025

Las excelencias de Sta. María Magdalena (Tercera parte), 22 de julio




La séptima excelencia de Santa María Magdalena es haber sido una de las almas más amadas de nuestro Señor Jesucristo y de su Santísima Madre. Se trata de la fidelidad con que imitó y siguió al Señor.

Considera esta especial excelencia de la felicísima Magdalena en haber sido la predilecta discípula, y una de las almas más amadas y favorecidas de Cristo nuestro Señor, y de su bendita Madre. Considera igualmente la fidelidad con que los imitó y siguió, y la obligación que tienes de imitar a nuestro Señor Jesucristo para poder salvarte.

Fue predilecta discipula de nuestro Señor Jesucristo haciéndole múltiples favores, siendo entre ellos muy notable, haber sido la primera a quien apareció resucitado antes que a alguno otro de sus apóstoles y discípulos, y a quien encargó que les diese la noticia de su gloriosa resurrección. Fueron innumerables y particularísimos los que le hizo en el resto de su vida, y especialmente los treinta años que permaneció sola en el desierto: tres Santos, dijo el Señor a Santa Brígida, fueron los que sobre todos los demás me complacieron: mi Santísima Madre, el Bautista y la Magdalena (Revelaciones, Libro 4, cap. CVIII)

Desprendida de todo lo terreno, y vencidas cuantas dificultades se le propusieron para impedir o retardar su resolución, tomó con más qué humano consejo la de seguir personalmente a nuestro Señor Jesucristo, y acompañarle en sus viajes y en sus apostólicas expediciones con fidelidad y constancia. Seguíale pues a todas partes por los campos, villas, aldeas, a los desiertos y a las ciudades. Seguíale siempre a pie, y en los mismos términos que hacía el Señor sus jornadas con sus apóstoles y seguíale no solo entre las gentes y los poblados donde era bien recibido y oída con aprecio su doctrina, mas también cuando y donde era perseguido y menospreciado por la impiedad y obstinación de los que le escuchaban. Betania, Jerusalén y el Calvario prueban hasta el convencimiento esta verdad.

La octava excelencia de Santa María Magdalena es haberla escogido el Señor para modelo y ejemplar de la vida contemplativa: se propone su ardentísimo amor a nuestro Señor Jesucristo.

Considera la rara excelencia de esta favorecida sierva y esposa del Señor en haberla escogido entre todos sus Santos para que fuese en su Iglesia ejemplar vivo y practico de la mejor y óptima parte de las dos que dejaba en ella establecidas para la santificación de sus hijos. Considera asimismo su inflamado amor a nuestro Señor Jesucristo, y la indispensable necesidad que tienes de este amor para poder salvarte.

Considera, pues, que habiendo establecido nuestro Señor Jesucristo en su Santa Iglesia las dos clases de vida, activa y contemplativa, en que dejaba dispuesto que respectivamente pudiésemos salvarnos y santificarnos sus hijos, y llegar a la misma unión con su Majestad en el estado de viadores, quiso también y dispuso con su infinita sabiduría que su predilecta Magdalena nos sirviese de ejemplo y modelo para ello.

La novena excelencia de Santa María Magdalena es haberla constituido el Señor abogada de los pecadores para su conversión, y protectora de los justos para llegar a la contemplación y unión con Dios. Se plantea aquí, su heroica caridad.

Considera, pues, que aunque nuestra santa fe nos enseña que nuestro Señor Jesucristo es necesariamente nuestro abogado y medianero para con su Eterno Padre (I Juan II, 1), y que su Majestad nos mereció la gracia para nuestra justificación, santificación y salvación, de tal suerte que sin Él nos es imposible todo esto y no por eso son inútiles los ruegos de los Santos, ni se nos prohíbe el valernos de su intercesión, ni se le hace con ello agravio a nuestro amabilísimo Redentor (Concilio de Trento, sesión XXV, Decreto sobre la Invocación y religión de los Santos), antes bien cede en honor suyo el ser conocido y predicado en sus Santos admirable. Los Santos no solo son nuestros modelos y ejemplos para que aprendamos de ellos la virtud: son además nuestros protectores para favorecernos y alcanzarnos de Dios con sus ruegos el remedio de nuestras necesidades, y para esto nos lo pone a la pública veneración la Santa Madre Iglesia: por ellos nos dispensa el Señor sus beneficios, y parece haber destinado particularmente a algunos para por su medio concedernos alguna gracia especial, espiritual o temporal. Entre estos ha señalado a la Santísima Magdalena, para que al mismo tiempo que nos dio en su conversión y penitencia un ejemplo extraordinario y admirable, sea también poderosa para conseguir de la divina piedad un bien semejante a los pecadores, de modo que detestando estos su mala vida, se conviertan a verdadera penitencia y consigan su infinita misericordia (San Bernardino de Siena, citado por el P. Isidoro de Sevilla en la Vida de Santa María Magdalena)




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