miércoles, julio 16, 2025

La Virgen del Carmen y su Santo Escapulario 16 de julio




En los tiempos de San Simón Stock, la orden de los Carmelitas no atravesaba su mejor momento. El Santo siente sobre sí la responsabilidad de llevar adelante la orden, como todo buen, superior y Superior Santo. Su preocupación eran los los frailes, los religiosos que ahí estaban. San Simón pensaba que, si la orden en su conjunto practicaba la virtud, aspiraban a la santidad y cumplían su deber y sus votos religiosos, iban a obtener el patrocinio y la protección del cielo. Un gran sentimiento de confianza tan grande tenía la comunidad religiosa, que a pesar de todos los peligros y de todas las dificultades, sentían que nuestra señora no les abandonaría. Y así fue…

La historia nos cuenta que un bello día del 16 de julio del año 1251, se encontraba San Simón rezando con especial fervor a Nuestra Señora y la Virgen del Carmen se le aparece en una visión, no una simple aparición. Nuestra Madre tenía una prenda en la mano que es el Escapulario.

Escapulario viene del latín escápula (hombro) y es esa pieza que llevan los religiosos que cubre desde el frente del cuerpo, por una abertura que tiene en la cabeza y que cubre la espalda. Es como representar una armadura, un escudo, una protección. Y la Virgen le dice estas palabras:

"Toma, hijo querido, este escapulario; será como la divisa de mi confraternidad, y para ti y todos los carmelitas, un signo especial de gracia; quienquiera que muera portándolo, no sufrirá el fuego eterno.”

Con el tiempo, la Iglesia ha extendido los privilegios y promesas asociados al escapulario a todos los fieles que lo lleven con devoción. 

Esta promesa fortísima de “quien quiera que muera portándolo no sufrirá el fuego eterno” implica un enorme negocio donde estamos seguros de ganar y la inversión es mínima con una extraordinaria ganancia.

Es muchas veces incomprensible que, ante tamaña promesa, un cristiano convencido, consagrado a la virgen llamándose devoto de la Gran Señora, no lo use por la razón que fuere.

El Escapulario no es un amuleto de “buena suerte”. Es una prenda de especial privilegio, es un sacramental, es ocasión de gracia para quienes lo usan con respeto y fervor devocional.

Las tres promesas asociadas al uso del escapulario:

1.- Es un signo de protección en la vida, tanto en lo temporal como en lo espiritual. Probablemente, sólo lo sabremos al final de nuestras vidas, de cuantos males fuimos librados y de cuántas tentaciones fuimos salvados de caer.

2.- La virgen tendrá especial patrocinio en el momento de la muerte sobre todos aquellos que portaron su escapulario con devoción. Será tener a la mejor abogada en el transe tremendo de nuestro juicio y paso a la eternidad.

3.- El privilegio sabatino es la tercera promesa para quienes visten este santo vestido. Este Privilegio se basa en la Bula Papal “Sacratíssimo ut in cúlmine paradísi” publicada el 3 de Marzo de 1322 por el Papa Juan XXII. y fue aprobado y confirmado por muchos Papas, incluyendo a San Pío V. Expresa que al que muere con escapulario y se va al purgatorio, en un lapso breve de tiempo lo va a ir a llevar al cielo. Se dice que es el sábado siguiente a la muerte, ya que es el día consagrado a la Santísima Virgen María. Ese día, especialmente el primero del mes, la Virgen baja el purgatorio y se lleva a todos este sus devotos al cielo.

Hay requisitos para hacerse de las Gracias del Escapulario. Requisitos muy fáciles de cumplir y que sólo dan ganancia, como dijimos al principio del relato:

1.- Usar el Escapulario. Es un vestido por lo que no sirve tenerlo en la mesa de luz, la cabecera de la cama, en la mano, o en cualquier otro lugar. HAY QUE USARLO como lo pensó y entregó Nuestra Señora.

2.- Practicar la castidad según el estado de vida. El que soltero, castidad perfecta. El religioso y consagrado, también cantidad perfecta. El casado, fidelidad absoluta a su esposo o a su esposa.  

3.- Para recibir ser merecedor del privilegio sabatino, se pide una oración. Antiguamente existía un oficio a la virgen, pero la Iglesia concede el rezo del Santo Rosario como sustitutivo de aquel.

 Santa Maria del Monte Carmelo, ruega e intercede por nosotros. Amén.

 



 

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