martes, julio 15, 2025

El combate espiritual, de Lorenzo Scupoli (extracto sobre la curiosidad)



El vicio o defecto que puede hacer mucho daño a nuestro entendimiento es la vana curiosidad. Es llenar nuestra mente de una cantidad de pensamientos y conocimientos inútiles que no nos hacen bien. 

Deberíamos estar como muertos a los conocimientos que no son útiles para nuestra Santidad y perfección espiritual. El antiguo refrán decía: “por noticias curiosas y nuevas no te afanes que se volverán antiguas y ya las conocerás.”

Cuando queramos saber algo, preguntémonos: ¿Esto será de provecho para mi santificación o para el bien que yo les pueda hacer a los demás? Si no lo es, y dedicarme a indagarlo y a querer saberlo, puede ser dañosa curiosidad. O hasta trampa de los enemigos de mi salvación, que quieren llenar mi cerebro de cucarachas que no dejan conservarse bien allí el maná de la sabiduría celestial.

Si seguimos esta regla, nos vamos a librar de muchas preocupaciones inútiles, porque el enemigo del alma, cuando ve que no logra que comentamos faltas graves, se propone al menos llenarnos de inquietudes para quitarnos la paz. Y así, si no logra que dejemos de rezar, por lo menos se propone llenarnos de pensamientos e imaginaciones durante la oración para que la atención no la pongamos en Dios, en Su Gloria, Su Poder y Su Bondad en las gracias y bendiciones que deseamos conseguir, sino a la multitud de proyectos fantásticos y en recuerdos de hechos que hemos llegado a saber. Y así logra que, en vez de arrepentirnos de nuestras maldades, odiar el pecado y formar propósitos firmes, de enmendar la propia vida. En vez de llenarnos de actos de amor a Dios y de deseo de perseverar en su Santa amistad hasta la muerte, nos dediquemos a distraernos en pensamientos vaporosos que hasta nos pueden llenar de orgullo y presunción.







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