El 13 de junio la Iglesia Católica celebra la fiesta
litúrgica de San Antonio de Padua, Doctor de la Iglesia y patrono de los
pobres, reconocido por su extraordinario don de milagros.
San Antonio
de Padua goza de fama mundial por obrar actos
prodigiosos, al punto de que es reconocido como el más grande taumaturgo (don
de hacer milagros) de todos los tiempos.
El santo solía decir: “Si predicas a Jesús, Él ablanda los
corazones duros; si lo invocas, endulzas las tentaciones amargas; si piensas en
Él, te ilumina el corazón; si lo lees, te sacia la mente”.
Nació en 1195 en Lisboa (Portugal). Se llamaba Fernando de
Bulloes y Taveira de Azevedo. A los 25 años adoptó el nombre de Antonio cuando
se hizo franciscano.
A los 15 años ingresó a los Canónigos Regulares de San
Agustín. Diez años después ingresó a los Frailes Menores Franciscanos.
Decidió ingresar a los Frailes Menores para predicar a los
sarracenos y estaba dispuesto a morir por amor a Cristo. Se fue a Marruecos,
pero una severa enfermedad lo obligó a retornar.
Tenía una voz clara y fuerte, un talante imponente, una
memoria prodigiosa y un profundo conocimiento, el espíritu de profecía y un
extraordinario don de milagros.
Presenció una aparición del Niño Jesús, a quien sostuvo en
sus brazos. Por tal motivo, en las imágenes del santo se le representa junto al
Niño Dios.
El milagro más famoso de San Antonio de Padua
En la ciudad de Padua (Italia), un joven, de nombre
Leonardo, pateó a su propia madre en un arranque de ira. Arrepentido, confesó
su falta a San Antonio, quien le dijo: "El pie de aquel que patea a su
propia madre, merece ser cortado".
Leonardo corrió a casa y se cortó el pie. Enterado de esto,
San Antonio tomó el miembro amputado del joven y milagrosamente lo reunió al
cuerpo.
Su canonización fue una de las más rápidas de la historia
El Papa Gregorio IX lo canonizó menos de un año después de
su muerte, el 30 de mayo de 1232.
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