martes, junio 17, 2025

Meditaciones para el crecimiento en las virtudes cristianas: los respetos humanos

Los respetos humanos son un obstáculo para la conversión. He aquí la piedra de escándalo para muchos. ¿Qué se dirá de mí si mudo de conducta, si dejó de visitar a tal persona, si abandonó aquella compañía, si no frecuento esa casa y si no vengo esa injuria? ¿Qué se dirá en mí? Pues se dirá que soy un necio porque me dejo llevar de los discursos del mundo y desprecio las inspiraciones del cielo, haciendo con esto una gravísima injuria al altísimo. Se dirá de mí, que miro con deshonra el servir a Dios, se dirá de mí que me avergüenzo de ser Cristiano y ser discípulo de Jesucristo. Esto dirán de mí las personas sensatas y esto es lo que debe causarme mucha vergüenza.

¿Qué me importa lo que puedan decir los mundanos? ¿Acaso son ellos los que han de juzgarme? Sólo Dios es el que me ha de juzgar, solo Él me ha de premiar o castigar, y a Él sólo debo complacer. Piense y diga lo que quiera el mundo. No me dejaré llevar de los engañosos discursos del mundo, ni han de interrumpirme en el cumplimiento de mis deberes sus vanos respetos.

¿Qué puedo sacar de los respetos humanos? Mi eterna reprobación. Y he aquí lo que dice Jesucristo: "...porque quien se avergonzare de Mí y de mis palabras delante de esta raza adúltera y pecadora, el Hijo del hombre también se avergonzará de él cuando vuelva en la gloria de su Padre, escoltado por los santos ángeles”. (Mc. 8:38)

En cambio, es señal de predestinación practicar con valor y sin vanos temores las máximas de Jesucristo. “A todo aquel que me confiese delante de los hombres, Yo también lo confesaré delante de mi Padre celestial; mas a quien me niegue delante de los hombres, Yo también lo negaré delante de mi Padre celestial." (Mt. 10:32-33)

Oh! qué vergüenza, qué bajeza de alma, no atreverse a ser prudente y sabio, porque los necios e ignorantes se burlan. Los discursos de los mundanos pasarán, pero la palabra de Dios no pasará. ¿Podrán los mundanos sacarme del infierno a donde me llevarán seguramente sus consejos? ¿Pero si no siguieres las máximas del mundo, caerá sobre ustedes el desprecio y en el castigo del mundo, dicen los mundanos, y ¿qué me importa? Mientras yo cumpla con lo que me manda la ley de Dios, mientras no falte lo que debo a mis padres, a mis superiores y a mis amigos, a todos mis prójimos, nada puedo ni debo temer. He venido al mundo para hacer la voluntad de Dios y sólo a Dios me importa complacer. ¿Que el mundo me persigue? A mucha honra debo tener que me persiga. Es señal evidente de que no obro según sus máximas, sino conforme a la ley de Dios.

¡Oh respetos humanos! ¿A cuántas almas habéis perdido? No permitáis, Dios mío, que me avergüence de obrar según vuestra santa ley por complacer al mundo insensato. 

 


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