Otra señal de tibieza es hacer los ejercicios de piedad con
negligencia.
En la tibieza también hay oración, misas, confesiones,
comuniones, rosario, etcétera. Pero la rutina va inutilizando todo. La rutina y
la mala voluntad, confesiones y comuniones mal preparadas. Oraciones con un
sinnúmero de distracciones voluntarias y aún más, la falta de esfuerzo para
corregirse.
Otra señal de la tibieza en el alma aburrida es el pensamiento de que todo va mal en su vida espiritual. No siente del todo cómodo con Dios. No sabe exáctamente dónde está el mal, pero tiene la certeza de que no todo está en orden. El un malestar, una molestia interna y sin paz. El tibio de agita inútilmente y va dejando arraigar en su corazón el habito del pecado venial. Esta señal va siempre con las dos primeras. Puesto que le faltó generosidad en un alma para ser fiel a sus deberes de piedad, estas omisiones y negligencia la han dejado en un lamentable estado de molestia de las cosas santas e incluso de Nuestro Señor.
Otra señal también es actuar sin pureza intención, sin orden
ni método. La pureza de intención consiste en hacer con un fin honesto y
sobrenatural todas las acciones de nuestra vida, practicas de piedad, deberes
de estado, el trabajo de cada día, o cualquier cosa, por mínima que sea. Es aquel
mirar interior, siempre fijo en Dios y desviada de las criaturas. Hacer todo
para la Gloria de Dios y ver en todo, la voluntad de Dios. Y a Ella someterse
con fe y resignación. Es la más pura intención que se puede imaginar, el más
elevado principio y el más perfecto ideal de un alma fervorosa.
Los santos no tenían otro motivo ni otro fin en la tierra
Santa Magdalena de Pazzi sentíase arrebatada en éxtasis oyendo
estas palabras: “la voluntad de Dios”
San Ignacio legó a la Compañía de Jesús una rica herencia
con su lema “Ad maior Dei Gloriam” (Todo para mayor Gloria de Dios).
La pureza de intención es la alquimia celestial que transforma en oro de méritos para el cielo de todas nuestras buenas obras. Sin ellas, perdemos, cada día, riquezas inconmensurables. El alma tibia hace todo por amor propio y capricho, siguiendo en todo a la naturaleza, la lijeresa, la preocupación de la propia voluntad, cálculos muy humanos, la vanidad cuando hace el bien, el deseo de agradar a las criaturas y de aparentar. Va a buscar halagos y molesta el sacrificio oculto, la abnegación y otras virtudes que no brillan ante los ojos de las criaturas y constituyen el secreto del Rey.
“Y Dios recompensa nuestras acciones, dice Santa Magdalena de Pazzi, con el peso de la pureza de intención.
Oh cómo la tibieza roba y despoja a la pobre alma cuando le
arrebata la pureza de intención.