Santa Teresa llamó a la imaginación como la loca de la
casa, “la loca de la casa.” La imaginación a menudo comienza a delirar, podemos
decir, y a buscar varias cosas. Y en la oración, eso es uno de nuestros
principales enemigos: la distracción, especialmente la imaginación.
Cuando a veces estamos orando y nos viene: “Qué
debería estar haciendo, o qué querría hacer más tarde, o que cosa dejé de
hacer.” También nos viene: “lo que esa persona me dijo o no me dijo.”
Entonces, estamos en una lucha continua contra las distracciones que nos
ocurren, principalmente debido a nuestro estado de naturaleza caída.
La oración, entonces, es precisamente eso, la elevación
de nuestra mente, de nuestro corazón para Dios.
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