El Papa Pío X promulgó el decreto
de reconocimiento de los dos milagros como auténticos el 21 de febrero de 1904.
El 17 de junio de ese año se hizo la exhumación de su cuerpo. Se vio con sorpresa
que sus miembros se conservaban íntegros. La piel ennegrecida y las carnes
secas, pero enteras. El rostro estaba un poco deteriorado. Y descubrieron su
corazón que estaba intacto. En sus dedos ennegrecidos, se entrelazaron unos
rosarios de jaspe. El rostro fue cubierto con una mascarilla de cera y se conserva
en la basílica.
El 8 de enero de 1905, tuvo lugar
la beatificación de Juan María Vianney, en
la basílica vaticana de Roma por el Papa san Pío X. Ese día, el Papa lo nombró
patrono de todos los sacerdotes de Francia que curan las almas. Fue canonizado
por el Papa Pío XI el 31 de mayo de 1925 en el Vaticano. En 1929 fue nombrado
patrono de todos los párrocos del mundo.
Anécdotas destacables
✔Mucha gente consideraba al padre
Vianney como un santo y quería tener alguna reliquia suya. Por eso le robaban
los objetos más diversos, desde las velas del altar hasta cosas personales. Cuando
se cortaba el cabello, tenía mucho cuidado en quemarlos para evitar que el
barbero pudiera regalarlos. En una ocasión, le cortaron hasta trozos de su
sotana. Viendo este afán por obtener recuerdos suyos como reliquias a toda
costa, dijo un día con buen humor: "Yo creía que convertía pecadores y resulta
que fabrico ladrones."
✔En invierno, a pesar de pasar mucho frío, nunca llevaba manteo y decía riéndose: "Yo nunca me he olvidado el manteo" (Capa larga de color negro, con cuello muy estrecho, que úsan los eclesiásticos sobre la sotana)
✔Según cuenta fray Jerónimo, que era su sacristán: Procuraba los mejores ornamentos para su iglesia y decía: “Mi pobre sotana va bien con una bella casulla”
✔Sebastián Germain era muy
conocido del santo cura y le había ayudado en misa muchas veces de niño. Un día
de julio de 1859, fue a visitarlo y lo encontró en la plaza rezando el rosario.
El padre Vianney, antes de que le explicase el motivo de su visita, le dijo:
- Toma cuatro rosarios para tus
hijos.
- Pero señor cura, yo solo tengo
tres hijos.
- El cuarto será para tu hija.
Al año siguiente, nacía la pequeña María que llenó de alegría el hogar.
✔Otro día, entró a la sacristía una persona de Lión acompañada de su hija de diez años y le presentó varios objetos de piedad para que los bendijera. El padre Vianney separó una medalla, diciendo: “Esta medalla no puedo bendecirla”. Esa medalla había sido robada por la niña al pasar delante del mostrador de una tienda.
✔En una ocasión, alguien le dio
una bofetada y sólo dijo por respuesta: "Amigo, la otra mejilla va a tener celos”
✔Una señora piadosa tenía un esposo que no practicaba la religión y ella rogaba mucho por su conversión, pues era cardíaco y podía morir de repente. Esta señora tenía costumbre de adornar una imagen de la Virgen que tenía en su casa. Su esposo se complacía en cortarle las flores para que las pusiera a la Virgen. Un día, murió de repente sin recobrar el conocimiento y sin los auxilios de la religión. La esposa estaba muy triste, pensando en su posible condenación. Hizo un viaje a Ars y el santo cura le dijo: "¿No recuerda usted los ramos de flores que él cortaba para la Virgen?" De esta manera, le daba a entender que se había salvado
✔Llegó a Ars una señora enlutada, pues acababa de perder a su esposo que se había suicidado, y temía por su salvación. Al pasar el santo cura delante de ella para ir de la iglesia a la casa parroquial, se detuvo y le dijo: "Se ha salvado. Está en el purgatorio y hay que rezar por él. Entre el parapeto del puente y el agua pudo hacer un acto de arrepentimiento. Acuérdese que en el mes de mayo su esposo, aunque incrédulo, se unía a sus oraciones en honor de la Virgen María. Esto le mereció la gracia del arrepentimiento final."
✔En una oportunidad, en medio de la multitud,
un hombre se permitió llamarle con palabras poco cultas. El santo cura le preguntó:
- ¿Quién es usted, amigo mío?
- Soy protestante.
- ¡Oh, mi pobre amigo! Usted es
pobre, muy pobre, los protestantes ni siquiera tienen un santo cuyo nombre
puedan dar a sus hijos. Se ven obligados a pedir nombres prestados a la iglesia
católica.
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