Cada 27 de julio Madrid revela un milagro. Este asombroso hecho ocurre en el Real Monasterio de la Encarnación, que lo alberga desde hace alrededor de 400 años. Los fieles que se acercaron al templo madrileño pudieron ver licuarse una pequeña muestra de sangre de hace siglos.
Los días 26 y 27 de julio la Iglesia de la Encarnación muestra la reliquia de la sangre de San Pantaleón. Y como es habitual, surge la incógnita: ¿se licuará este año?. Ya que es un hecho que viene sucediendo desde el siglo XVII, de forma inexplicable, año tras año.
Sobre el altar mayor se ubica el relicario que contiene en una ampolla la reliquia del santo, que durante su festividad sufre una transformación inexplicable: La licuefacción. La sangre del santo, que durante todo el año está en estado sólido y color parduzco, empieza a convertirse, poco a poco, en un líquido de una tonalidad brillante.
San Pantaleón Fue un médico de la nobleza hacía el siglo IV D.C. Vivió en la región turca de Esmirna y su vida cambia radicalmente al convertirse al cristianismo. Las actas de su martirio nos relatan hechos milagrosos: Trataron de matarlo de seis maneras diferentes; con fuego, con plomo fundido, ahogándole, tirándole a las fieras, torturándole en la rueda y atravesándole una espada. Con la ayuda del Señor, Pantaleón salió ileso. Luego permitió libremente que lo decapitaran y de sus venas salió leche en vez de sangre y el árbol de olivo donde ocurrió el hecho floreció al instante. Podría ser que estos relatos son una forma simbólica de exaltar la virtud de los mártires, pero en todo caso, lo importante es que Pantaleón derramó su sangre por Cristo y los cristianos lo tomaron como ejemplo de santidad. Todo esto ocurrió hacia el año 305.
Según la tradición cristiana, varios fueron los fieles que recogieron su sangre con pequeños algodones y la fueron guardando en ampollas de cristal que se fueron repartiendo por toda Italia y otros países para su culto.
En el siglo XVII en España, la hija del virrey Juan de Zúñiga, que posteriormente sería la fundadora del Real Monasterio de la Encarnación, llevó la reliquia a España. Los milagros relacionados con la sangre y sus cambios de estado de sólido a líquido llevaron a la iglesia a intervenir para saber cuál era el origen de estos milagros o si, simplemente eran hechos inventados.
El 28 de enero de 1724, el arzobispo de Santiago de Compostela y juez ordinario inquisidor, comenzó el juicio a la Sangre. Tras la declaración de varios testigos ilustres de la época, que acudieron cada 27 de julio durante 7 años consecutivos, para verificar la licuefacción, el milagro se dio por verídico.
Así consta en un manuscrito en el Convento de la Encarnación, datado el 30 de agosto de 1729. El manuscrito dice así: “Su señoría, señor juez, declara y confiesa haberla visto líquida y fluida dicho día de San Pantaleón, veintisiete de julio, y después de su festividad condensada y dura, todas repetidas veces en el tiempo de diez años. Y conformándose con el parecer de los expresados teólogos, canonistas y médicos, lo tienen y veneran por prodigio y maravilla, alabando a Dios Nuestro Señor por las obras sus santos”.
Actualmente existen dos ampollas con la sangre de san Pantaleón: la del Real Monasterio de la Encarnación, de las agustinas recoletas, y otra que se conserva Ravello, Italia. A pesar de su distancia geográfica, ambas atraviesan el mismo proceso cada año a la misma hora.
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