Año Litúrgico – Dom Prospero Gueranger (Tomado del blog El
retiro Mater Dei)
OBJETO DE LA FIESTA
La Iglesia ha revelado ya a los hijos de la nueva Alianza,
el precio de la Sangre con que fueron rescatados, su virtud fortificante, y la
honra y adoración que merece. El Viernes Santo, la tierra y los cielos
contemplaron todos los crímenes anegados en la ola de salvación, cuyos diques
eternos habíanse roto, por fin, con el esfuerzo unido de la violencia de los
hombres y del amor del Corazón divino. La fiesta del Santísimo Sacramento nos
ha visto postrados ante los altares en los que se perpetúa la inmolación del
Calvario y el derramamiento de la Sangre preciosa, convertida en bebida de
humildes y en objeto de los honores de los poderosos de este mundo.
Con todo eso, he aquí que la Iglesia nos invita de nuevo a
los cristianos a celebrar los torrentes que fluyen de la fuente sagrada. Quiere
decir con esto que las solemnidades precedentes no han agotado el misterio. La
paz traída por esta Sangre, la corriente de sus ondas que saca de los abismos a
los hijos de Adán purificados, la sagrada mesa dispuesta para ellos, y este
cáliz de donde procede el licor embriagador, todos estos preparativos quedarían
sin objeto, todas estas magnificencias serían incomprendidas si el hombre no
viese en ellas los efectos de un amor cuyas pretensiones no pueden ser
sobrepujadas por ningún otro amor. La Sangre de Jesús debe ser ahora para
nosotros la Sangre del Testamento, la prenda de la alianza que Dios nos propone
la dote ofrecida por la eterna Sabiduría al llamar a los hombres a la unión
divina, cuya consumación en nuestras almas prosigue sin cesar el Espíritu
santíficador.
VIRTUD DE LA SANGRE DE JESÚS
"Confiemos, hermanos míos, nos dice el Apóstol; y por
la Sangre de Cristo entremos en el Santo de los Santos; sigamos el camino nuevo
cuyo secreto conocemos, el camino vivo que nos ha trazado a través del velo, es
decir, de su carne. Acerquémonos con corazón sincero, con fe plena, enteramente
limpios, con esperanza inquebrantable; porque el que está comprometido con
nosotros, es fiel. Exhortémonos cada uno con el ejemplo al acrecentamiento del
amor'. Y el Dios de paz, que resucitó de entre los muertos en virtud de la
Sangre de la Alianza eterna, al gran Pastor de las ovejas, nuestro Señor
Jesucristo, os dé perfección cabal en todo bien, a fin de que cumpláis su
voluntad, haciendo El en vosotros lo que es agradable a sus ojos, por
Jesucristo, a quien sea dada gloria por los siglos de los siglos"
HISTORIA DE LA FIESTA
No debemos dejar de recordar aquí que esta ñesta es el
memorial de una de las más brillantes victorias de la Iglesia. Pío IX fué
expulsado de Roma en 1848 por la revolución triunfante; por estos mismos días,
al año siguiente, volvió al poder. El 28, 29 y 30, con la protección de los
Apóstoles, la hija primogénita de la Iglesia, fiel a su pasado glorioso, arrojó
a sus enemigos de las murallas de la Ciudad Eterna; el 2 de Julio, fiesta de
María, terminaba la conquista. En seguida un doble decreto notificaba a la
Ciudad y al mundo el agradecimiento del Pontífice y la manera con que quería
perpetuar por la sagrada Liturgia el recuerdo de estos sucesos. El 10 de
Agosto, desde Gaeta, lugar de su refugio durante la lucha, Pío IX, antes de
volver a tomar el mando de sus Estados, se dirigió al Jefe invisible de la
Iglesia y se la confiaba por la institución de la fiesta de este día,
recordándole que, por esta Iglesia, había derramado toda su Sangre.
Poco después, de nuevo en su capital, se dirigía a María,
como lo hicieron en otras circunstancias S. Pío V y Pío VII; el Vicario de
Jesucristo devolvía a la que es Socorro de ios cristianos, el honor de la
victoria ganada el día de su gloriosa Visitación, y disponía que la fiesta del
2 de Julio se elevase del rito de doble mayor al de segunda clase para todas
las Iglesias: preludio de la definición del dogma de de la Inmaculada
Concepción, que el inmortal Pontífice proyectaba desde entonces, y que acabaría
de aplastar la cabeza de la serpiente.
Durante el Jubileo que instituyó en 1933 para celebrar el 19
centenario de la Redención, Pío XI elevó la fiesta de la Preciosa Sangre al
rito doble de primera clase, con el fin de inculcar más en el alma de los
fieles el recuerdo y la estima de la Sangre del Cordero de Dios, y de alcanzar
frutos más copiosos para nuestras almas.
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