Después de la aparición tercera aparición de NSJC, Margarita sintiéndose que estaba ella fuera de sí, y no sabiendo donde estaba, le faltaron las fuerzas y cayó desmayada. Sus hermanas, viéndola en tal aspecto, la levantaron y la cargaron hasta donde se encontraba la Madre Superiora. Ella, la mortificó y la humilló con todas sus fuerzas. Y cuando Margarita le respondió a su pregunta de lo sucedido, contándole todo cuanto había pasado, recargó sobre ella nuevas humillaciones y no le concedió nada de cuanto decía que el Señor le mandaba hacer, más bien lo acogió con despreció.
El fuego que devoraba a Margarita por dentro a causa de las
revelaciones, le ocasionó una fiebre continua. Ante esta misteriosa enfermedad,
la Madre Superiora no podía sino sentir miedo y por tanto le dijo a Margarita:
"Pida a Dios su curación, de esta forma sabré si todo viene del Espíritu
del Señor."
Margarita, obedeciendo a esta orden, le expuso todo cuanto
le pedía su Superiora al Señor, el cual no
tardó en recobrarle por completo su salud por las manos de la Virgen Santísima.
Pero viendo la Madre Superiora que continuaban las visiones,
y no sabiendo que más hacer para asegurarse de su veracidad, decide consultar a
los teólogos. Ella creyó que debía obligarla a romper el profundo silencio que
hasta entonces había observado, con el fin de hablar del asunto con personas de
doctrina. Compareció pues Margarita ante estos personajes, y haciéndose gran
violencia para sobrepasar su extremada timidez, les contó todo lo sucedido. Más
Dios permitió que algunos de los consultados no conocieran la verdad de las
revelaciones. Condenaron el gran atractivo que tenía Margarita por la oración y
la tildaron de visionaria, prohibiéndole detenerse en sus inspiraciones. Hasta
uno de ellos llegó a aconsejar: "procuren que esta hija se alimente bastante
y todo irá mejor."
"Se me empezó a decir," cuenta Margarita,
"que el diablo era el autor de cuanto sucedía en mí, y que me perdería si
no ponía muy en guardia en contra de sus engaños e ilusiones."
Para Margarita esto fue motivo de gran sufrimiento. No por
razón del rechazo o porque pensaban mal de ella, sino por el conflicto interno
que le causaba. Llegó a pensar que ella estaba en el error, pero por más
que trataba de resistir las atracciones de Dios, no lo lograba.
Cada vez era mayor la oposición aun dentro del convento
contra Margarita. Había significativos movimientos de cabeza, miradas
reprobatorias y muecas. Algunas pensaban que una visionaria venía a ser como la
personificación de todo un escuadrón de demonios, un peligro evidente y una
gran amenaza para todas. Llegó hasta tal punto que las hermanas empezaban a
rociarla con agua bendita cuando pasaba.
El Señor le había prometido a Margarita que su obra triunfaría a pesar de todos los obstáculos. Esta promesa empezó a cumplirse cuando, a primeros días de febrero de 1675, le envío al jesuita Padre Claudio Colombiere. En cuanto este santo sacerdote habló con Margarita, pudo ver su santidad y creyó en sus revelaciones, lo cual comunicó inmediatamente a la Madre Superiora. Ante el juicio del Padre Claudio, quién era reconocido por su sabiduría y santidad, la Madre Superiora pudo por fin descansar y le ordenó a Margarita que le contase todo al Padre Colombiere.
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