sábado, junio 21, 2025

San Luis Gonzaga, patrono de la juventud 21 de junio

San Luis Gonzaga nació en 1568 en una familia noble italiana. Desde joven, mostró una profunda piedad y deseo de servir a Dios. 

A pesar de su origen, renunció a una vida de lujos y privilegios para ingresar a la Compañía de Jesús y dedicarse al servicio de los demás. 

Renunció a su título nobiliario para servir a los enfermos de la peste en Roma, donde se dedicó a cuidar a los enfermos, incluso a costa de su propia salud

Se le atribuyen varios milagros, tanto en vida como después de su muerte, y su fama de santidad se extendió rápidamente. 

En 1581 el joven Luis Gonzaga, que era seminarista y se preparaba para ser sacerdote, se dedicó a cuidar a los enfermos de la peste de tifo negro. Se encontró en la calle a un enfermo gravísimo. Se lo echó al hombro y lo llevó al hospital para que lo atendieran. Pero se le contagió el tifo y Luis murió el 21 de junio de 1591, a la edad de sólo 23 años. Murió mirando el crucifijo y diciendo "Que alegría cuando me dijeron: vamos a la casa del Señor".

San Luis Gonzaga tuvo que hacer muchos sacrificios para poder mantenerse siempre puro, y por eso la Santa Iglesia Católica lo ha nombrado Patrono de los Jóvenes que quieren conservar la santa pureza. El repetía la frase de San Pablo: "Domino mi cuerpo y lo reduzco a servidumbre, no sea que, enseñando a otros a salvarse, me condene yo mismo".
Sufría mucho de mal de riñones y esta enfermedad lo obligaba a quedarse días enteros quieto en su cama. Pero esta quietud le trajo un gran bien: le permitió dedicarse a leer las vidas de Santos, y esto lo animó muchísimo a volverse mejor. (A veces sentía remordimiento porque le parecía que deseaba demasiado irse al cielo). Su confesor San Roberto, que lo acompañó en la hora de la muerte, dice que Luis Gonzaga murió sin haber cometido ni un sólo pecado mortal en su vida.

Después de muerto se apareció a un jesuita enfermo, y lo curó y le recomendó que no se cansara nunca de propagar la devoción al Sagrado Corazón de Jesús.

El cardenal San Roberto Belarmino transformó en capilla el aposento donde murió San Luis. Más adelante se levantó en aquel lugar la iglesia de San Ignacio y a ella fueron trasladadas las reliquias de San Luis Gonzaga.

La mamá de Luis Gonzaga logró asistir, en 1621 a su beatificación y Benedicto XIII le canonizó en abril de 1726.

En 1729, el mismo papa Benedicto XIII declaró a San Luis, patrono de la juventud. También concedió especiales privilegios a la devoción de los «Seis domingos» en honra de San Luis Gonzaga. Finalmente, Gregorio XVI en el año de 1842 extendió a toda la Iglesia la misa.

Santa Magdalena de Pazzi vio en un éxtasis o visión a San Luis en el cielo, y decía: "Yo nunca me había imaginado que Luis Gonzaga tuviera un grado tan alto de gloria en el paraíso".

San Luis fue avisado en sueños que moriría el viernes de la semana siguiente al Corpus, y en ese día murió. La oración que la Iglesia le dirige a Dios en la fiesta de este santo le dice: "Señor: ya que no pudimos imitar a San Luis en la inocencia, que por lo menos lo logremos imitar en la penitencia. Amén".

 


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